viernes, 13 de octubre de 2006

Paseando por Greenwich Village

El primer día en NY lo decidimos pasar a nuestra bola, sin programar un itinerario concreto: calzado cómodo, mapa de bolsillo y a la aventura. La verdad es que es facílisimo orientarse en una ciudad cuyas calles están numeradas como si fuesen coordenadas (los sitios se identifican antes por las dos calles X e Y que por el número que le corresponde). Así que, tras cojer el metro hasta Penn Station, caminamos por las avenidas 6th y 7th hacia el sur de Manhattan hasta llegar a Greenwich Village, una de las zonas "bohemias" de la ciudad. Por cierto, que antes de eso tuvimos que comprarnos unos abrigos porque el frío era insoportable, con una temperatura que no teníamos prevista en este viaje (y según nos dijeron luego, sorprendió también a los propios neoyorkinos, que hasta este día disfrutaban de un tiempo otoñal bastante suave). En tiendas como Old Navy (más barata) y H&M pudimos comprobar que la ropa tampoco es que sea mucho más barata aquí que en España, una creencia bastante extendida por allí. Ya pertrechados con abrigos, bufandas y guantes llegamos a Washington Square Park, uno de esos muchos lugares que te parecen familiares por la cantidad de referencias cinematográficas que tiene. Escenas como la de los ancianos que se reúnen allí para jugar al ajedrez, el "parisino" arco de triunfo o las antiguas casas de ladrillo que pertenecieron a personajes ilustres nos parecieron haberlas visto ya antes en la pantalla grande.

Washington Square Park y su particular "Arc de Triomphe"

Tras comer en un restaurante indio que vimos por la zona (es cierto lo que dice mi hermano de que es una cocina parecida a la española, yo comí una especie de brocheta de pollo con más picante de lo acostumbrado) nos dirigimos por la séptima avenida al punto de encuentro con mi hermano, el pub Triple Crown, el lugar de reunión habitual de sus compis del trabajo y donde especialmente los viernes la cerveza corre a raudales. La verdad es que con la Heinecken de barril no eché de menos a mi querida Cruzcampo.

Terminamos la noche en uno de los locales de moda de Nueva York, el Lotus, que aunque por dentro no me pareció nada del otro mundo, sí que ponían una música (hip hop y r&b, principalmente) de más calidad a lo que estamos tristemente acostumbrados en los locales similares de Sevilla (no, no pusieron el "bulería, bulería" del Bisbal).

La "comandante" Silvia con el "traje de guerra", camino del Lotus.

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