Con más alegría que tristeza (nos daba pena irnos, pero a los niños se les echa demasiado de menos) dedicamos la mañana que nos queda a pasear por la zona de la oficina de mi hermano y realizar alguna que otra compra más (días antes tuvimos que comprar una maleta sólo para poder transportar los regalos). Nos sorprendió la tienda Buy Buy Baby (horroroso juego de palabras que incita al consumo precoz, ejem), donde encontramos cientos de detalles del tipo "eso es justo lo que le hace falta a nuestro bebé y no sabía que existía", tienda que menos mal que no la tenemos cerca por Sevilla porque es de las que crea adicción. También entramos en un Duane Reade a comprar algunas cosillas, entre ellas un curioso potingue "higienizador de manos" muy usado por allí. Si dentro de una tienda estornudas y te tapas la boca con la mano, te suelen ofrecer ese liquidillo viscoso para limpiarte, no sea que transmitas tus virus a los artículos; eso sí, no busques por NY un contenedor para reciclar las pilas, porque eso les suena a Kyoto, o sea, ni papa.
Luego, para el almuerzo, Dani nos llevó a un restaurante cercano montado en plan comidas caseras... indias: el Swagat. Como siempre, no defraudó, para que luego digan que no se come bien por allí.
Y para termimar ya (¡qué pesadito el carlotus con los nuevayores...!), como este blog tiene un "talante" (ya sabéis) optimista, alegre, positivo, aséptico en su lenguaje y libre de palabras malsonantes, mejor dar por terminado aquí el relato del viaje a Nueva York y pasar por alto el infernal regreso a Sevilla que nos tenía preparado nuestra "querida" Iberia, la única empresa que yo conozco que trata a sus clientes como una mercancía sin fecha de entrega, a la que puede retener en pequeños e incómodos espacios el tiempo que haga falta (dos horas largas en el avión para despegar del JFK, sin poder movernos, sin dar explicaciones, sólo nos dieron... ¡¡un par de calcetines!! ¡¡CHANANTEEE!!), empresa para la que los usuarios somos un "artículo" que se puede "almacenar" en cualquier sitio por tiempo indefinido (estuvimos horas deambulando por la inmensidad de la Terminal 4, después de un viaje transatlántico, caminando de una ventanilla a otra para que nos solucionasen el problema, cosa que al final ni hicieron). Sí, perdimos el enlace en Madrid, pero seguramente la empresa FedEx, por ejemplo, habría entregado su paquete en hora a pesar de eso, y además en perfecto estado, mucho mejor que los "usuarios", "pasajeros" o "clientes" de la asquerosa Iberia.
Lamentablemente, por culpa de esta empresa, ese día (el 21) se convirtió en el peor cumpleaños que yo recuerdo (ya era el más corto, por el cambio horario), aunque terminarlo junto a los niños logró que nos olvidásemos pronto del vía crucis de la vuelta. Hogar, dulce hogar.
sábado, 21 de octubre de 2006
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