miércoles, 1 de marzo de 2006

Test Icicles, o cómo la música amansa a las fieras

Iba el otro día en el coche con los niños y surgió uno de esos momentos típicos de estrés en los que a partir de una absurda discusión sobre la propiedad de un objeto insignificante, las "criaturitas" comienzan a gritar, patear, berrear, llorar y pegar (cuando Ale "deja caer la mano" mejor que no te coja por medio), y en los que no puedes hacer nada que no sea gritar más que ellos (meta harto difícil) o ignorarlos hasta que paren por cansancio. El caso es que opté por un término medio: puse el último disco de los Test Icicles (con dos ídem), que es lo más burro que he escuchado últimamente, y ante el arranque de chillidos, trallazos de guitarra y ritmos frenéticos más allá del post-punk que escupían los altavoces, los niños no sólo pararon, sino que se quedaron atónitos hasta llegar a casa. Mano de santo, oye, esto sí que es un consejo y no los de la Supernanny esa.

Lástima que nuestros testiculares pedagogos se acaben de separar. El mundo ha perdido a una gran banda de rock y a un gran equipo de baloncesto, como podéis comprobar en este vídeo:

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